viernes, 29 de abril de 2011

Con un angel


Vivir con un angel es una suerte. Aquí lo tengo, dormidito. Creo que siente que estoy despierta y el pobre mueve sus alitas para aquí y para allí. Las cosas se viven diferente con su presencia. Parece que los problemas siempre pierden importancia y pasan a ser simples anécdotas que contar. Por las mañanas me despierta el olor a dulce que se desprende de la cocina, que con sus poderes está preparando para que mi día empieze con su toque personalizado. Siempre manteniendo la calma, incluso cuando mi cabeza no para de pensar y se pregunta por las cosas más absurdas de la vida. Las risas forman parte de la cotidianidad, junto con los mimos, los cariños y arrumacos.
Y como son los ángeles? Pues como te lo puedes imaginar, rubio, ojos azules, blanquito...aunque cuando le da el sol se pone más moreno que una que tiene orígenes nórdicos. Eso es para disimular, claro. Lo más gracioso de todo es que los ángeles te buscan. Con un extraño sentido del olfato mi angel me encontró y me buscó hasta conseguir agujerear los muros protectores como un queso Gruyer. Así trabajan los ángeles.
Una vez un angel llega a tu vida, no lo puedes dejar escapar. Para eso no hay que cortarles las alas, ni atarlo, ni nada por el estilo, simplemente tienes que cuidar de ese amor que te ofrece día a día, con respeto, admiración y pasíon.